
En estos tiempos de recortes indiscriminados, en que la lectura corre el riesgo de convertirse en un lujo y la biblioteca pública en una utopía, reconforta ver que todavía hay quien se acuerda de reinvindicar el valor de lo obvio. Porque un país sin educación, sin ciencia, sin libros y sin cultura no tiene ningún futuro que merezca la pena.
¡Feliz día del libro!
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